Pompa y circunstancia

Septiembre ha sido siempre para mí un mes con connotaciones de comienzo. La gente suele verlo más como un mes de término en el que se acaba la bonanza del verano y las vacaciones, pero para mí representa todo lo contrario. Es el mes donde arranca verdaderamente el año. El caso es que hace un par de semanas estuvimos viendo una serie que nos gustó mucho, a pesar de que era casi imposible escapar al derroche informativo de todas las cadenas de televisión por cubrir la pasión, muerte y resurrección de la reina Isabel II. Mientras veíamos la serie Solo asesinatos en el edificio caí en la cuenta, solo por contraste, de lo desapercibida que había pasado la desaparición de Mijaíl Gorvachov a finales del mes de agosto. Ya sé que lo normal tras un deceso es que se produzca un poco de vacío, un tanto de desamparo y un mucho de incertidumbre, pero si este sucede durante el verano, se nota aún más.

Imagino tu cara de sorpresa en este momento pensando en qué tripa se me habrá roto, sobre todo porque a lo mejor sabes quién fue la reina Isabel II gracias a Netflix, pero estoy seguro de que no tienes ni idea de quien fue Mijaíl Gorvachov. Tranquila aquí estoy yo para saciar tus inquietudes. ¡Qué podría contarte de Isabel II que no se haya dicho ya! La verdad es que no se me ocurre gran cosa, más allá de algo que estuvo en boca de todas las personas que comentaron su muerte: su obsesivo sentido del deber. La verdad es que nunca he sido, ni soy sospechoso de ser monárquico, pero creo que de todo se aprende en la vida. El sentido del deber es algo que comparto con la reina de reinas, el deber como un fin por encima de todo lo demás. Este año estudiarás Filosofía y a buen seguro descubrirás a Kant. Si había algo que obsesionaba a Kant, era el deber, o más concretamente, el sentido del deber. Él aseguraba que una acción adquiere sentido moral cuando se realiza orientada por el deber. Supongo que esto es algo que suena anticuado en este vertiginoso siglo XXI en el que ya no sabemos si lo que nos mueve es hacer lo que nos viene en gana o lo que realmente debemos hacer.

Por su parte, Mijaíl Gorbachov siempre me cayó más simpático. Es el ejemplo más claro de cómo dispararse en el pie tratando de buscar el bien común. Siempre me hizo gracia esa especie de mancha de Cola-Cao que tenía en la calva. Además, mi primera novia tenía un perro que se llamaba Mijaíl. Gracias a él, no al perro de mi novia, aprendí algo de ruso, con palabras como glasnost (transparencia informativa) o perestroika (reforma política), que a mí, no sé por qué, me recordaba la palabra perspectiva, como la «Perspectiva Nevski», aquella que cantaba Franco Battiato. Gorbachov fue un político que quería un mundo más seguro, y trabajó duro por la paz y el desarme mundial. Con su mirada apuntó lejos y supo cambiar la dirección de un engendro llamado URSS que hacía aguas por todas partes. Perspectiva. Esa es una de mis palabras favoritas. En el arte se llama perspectiva a la representación de algo con la intención de que se vea tal y como es percibido por la vista. Para ello, busca el efecto de profundidad a partir de uno o varios puntos de fuga. Cuanta falta nos hace coger perspectiva, alejarnos de la realidad y tener visión de conjunto para dejar de mirarnos el ombligo.

Gorvachov e Isabel II, en menor medida, representaron el último capítulo de la Guerra Fría. Me hace gracia pensar esto mientras los tertulianos hablan de un otoño caliente –inflación disparada y el precio de la mayoría de los productos por las nubes–, como antesala de un frío invierno. No tengo una bola de cristal para saber si los agoreros están en lo cierto. Lo que sí es verdad es que las personas que pensamos más en el «nosotros» que en el «yo», ese batallón de desarrapados que intentamos huir del corsé de los viejos esquemas y tratamos de ponerle algo de saber y sabor a la vida, este septiembre nos hemos quedado un poco más huérfanos.

Dicen los expertos que con el atentado yihadista del 11-S dio comienzo el siglo XXI. Yo creo que con la muerte de Isabel II y Gorvachov, este mes de septiembre ha muerto definitivamente el siglo XX, pero imagino que eso a ti te da lo mismo, no por nada, simplemente porque no lo has vivido. Como una vez leí que había dicho el padre de la perestroika dirigiéndose a la juventud, te diría: «No dejes que se te escape el futuro» porque «el futuro es tuyo». ¡Feliz cumpleaños, hija!

Fotografía: Mijaíl Gorbachov besa al dirigente de la desaparecida RDA, Erich Honecker, durante una visita oficial a Berlín Este en 1989. AP

Música: Joy Division (1980). Love Will Tear Us Apart. R. U. Factory Records.

2 Comments

  1. Un plaer retornar el teu bloc. Molt encertat el contrast entre Gorbachov i Isabel II. No em queia malament la reina però crec que Gorbachov es mereixeria molt més espai i reconeixement. A veure quan en fan una sèrie.

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    1. Hola, Marc. ¡Qué bueno saber de ti! Sí, era algo que tenía que hacer. Me ha dolido mucho el olvido al que se le ha relegado incomprensiblemente. En fin, la actualidad casi nunca es justa, confiemos en que la historia sí lo sea. Abrazo enorme, amigo.

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